"Creo que escribir es una forma de encarar problemas concretos y una posición que por sensibilidad se adopta frente a la vida". CHE Guevara

22.9.11

Otro día gris.

No son muchos ni tan pocos. Son. Son esos días en que lo bueno y lo malo se confunden y nada es ni bueno ni malo, ni blanco ni negro. Ni mejor ni peor. Arranco el día con esa sensación. Un malestar de sabor amargo que me recorre de pies a cabeza.

Miro frente a mí y el clima me da la razón. Por la ventana veo los nubarrones grisáceos que acompañan mi NO ánimo. Mejor así. Es más bajonero cuando te sentís así y encima cargás con un día de un sol esplendoroso que obliga a tratar de cambiar el humor. Díficil empresa, pero a veces se alcanza.

En los días así, uno no se toma la molestia de intentarlo. Que sea lo que deba ser.

Hubo un tiempo en que intentaba hallar un "por que" a estos días yuxtapuestos de sentidos, pero es que realmente no lo tienen.

Es un día de esos que llevan incertidumbres en si mismo. Es un día nada. Nada, porque a uno no le pasa nada realmente malo pero tampoco nada que sea realmente bueno. No es muy difícil pensarlo o sentirlo. Es un estado. No se busca. Amanece con uno mismo.

No voy a resistirme a ello. El día terminará así como inicia, absolutamente incierto. Mientras tanto, escucho esa música que suena a gris, que roza entre lo romántico y lo deprimente, porque puede ser tanto lo uno como lo otro. Esa música Aspen de consultorio. Quizás deba pensar menos en ello. Pero aquí ya entramos en otra cuestión de otros porques con otros sentidos y varios otros sentimientos.

Para mi la razón también es gris, es relativa, es para unos más y para otros menos. Quizás la razón más racional sea aquella que pierde terreno con lo irracional y hasta se deja ganar a veces.

A veces me dejo ganar un poco. O mucho. Me gusta la idea de que no todo tenga una respuesta lógica. Me gusta poder dar un no sé como respuesta y saber que es sincero. Que no sé cómo estoy ni sé muy lo bien lo que siento, pero quiero dejarlo pasar. Que se vaya, así como llego. No indagar demasiado. Dejarlo ser.

Dejarme ser.


1.5.11

Ser

Nunca es tarde para nacer de nuevo. Nunca es demasiado ni tan poco, ni siquiera apenas, siempre es necesario pensar un poco. Y recordar. Y tratar de entenderse uno mismo que es quizás la tarea más difícil. La más ardua. Entenderse uno mismo, comprender lo que para el mundo es incomprensible. Conocerse.

Sentir que se nace y renace en cada instante. En cada nuevo emprendimiento, en cada novedad.

Y encuentro que hay rincones que aún no puedo comprender. Saberme como soy sin saber realmente que quiero ser.

Sentir y no. Vivir. ¿Quién tendrá la fórmula para la noche perfecta?

Las vividas, que no son pocas, ni tantas, son huellas; extraño ser, que me contiene y me arrastra a otras nuevas esperando más, siempre más. A veces lo personal se vuelve presente.

Uno deja entonces de ser un ser que trabaja, un ser que milita, un ser ciudadano… para ser, simplemente, uno mismo. Encontrarse con sus risas y sus lágrimas. Con sus soledades y sus frustraciones. Sus felicidades. Se extrae este nuevo ser del resto porque de vez en cuando, quisiera ser, ser sólo él. Sin vanidades ni egoísmos. Un ser distinto y puro. Real.

De vez en cuando ese ser reclama su tiempo, su esperanza, su entidad. Lo reclama porque entiende que no se es sólo trabajo, ni estudio, ni militancia. Sé es todo eso. Pero además se es uno mismo. Una soledad, una idea, un sueño. Una vida.

En esos tiempos, momentos de sentimientos encontrados, las certezas no son muchas. Es probable que esa incertidumbre traiga nuevos colores. Otras ilusiones. Más sueños.